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La mujer del vestido amarillo
El uso de rasgos visuales segregadores y negativos para evocar la ceguera de los judíos por no reconocer al Mesías contribuyó a acentuar su estigmatización. Un ejemplo paradigmático es la personificación de la sinagoga como una decrépita anciana cegada, con el estandarte hecho jirones. El amarillo de la banderola y el vestido es un signo negativo: desde el siglo XIII, este color se relacionó con la mentira y la traición. De aquí su asociación con Judas y, con una obvia voluntad infamante, con el judaísmo y la sinagoga.